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La multitarea forzada es el síntoma de una organización que ha confundido eficiencia con saturación táctica. En muchas redacciones y estudios de radio modernos se ha impuesto un dogma silencioso: la idea de que «todo el equipo debe saber hacer de todo».
Se presenta bajo eufemismos atractivos como «evolución profesional», «polivalencia» o «adaptación a los nuevos tiempos». Pero el diagnóstico clínico revela una realidad muy distinta.
No estamos ante una estrategia de desarrollo de talento. Estamos ante una sobrecarga estructural disfrazada de modernidad.
La «multitarea forzada» no surge de la ambición genuina de crear profesionales más completos, sino de la necesidad táctica de cubrir huecos operativos. Y el coste oculto de esta decisión es la destrucción de la identidad profesional de quienes hacen la radio.
La industria confunde peligrosamente «evolución» con «acumulación».
El desgaste emocional y profesional no es un efecto secundario; es la consecuencia directa de pedirle a un artesano que deje de pulir su obra para empezar a fabricar en serie.
El problema tiene su raíz en una asimetría de percepción entre la visión directiva y la realidad humana del equipo.
A menudo, la dirección asume que la polivalencia es un «premio» o una «oportunidad». Rara vez se hace la pregunta de diagnóstico clave: ¿Se alinea esta nueva tarea con la fortaleza principal del talento?
Cuando la respuesta es «no», la tarea se percibe como una imposición. El profesional no siente que está creciendo; siente que su rol está siendo devaluado.
Esta dinámica crea un clima de «toxicidad silenciosa»: fuga de talento, pérdida de compromiso y resentimiento. El líder cree que está «modernizando» la redacción; el equipo siente que está «sobreviviendo» a ella.
El síntoma más visible de esta crisis es la presión sobre los comunicadores para convertirse en «youtubers a la fuerza».
La directriz de «haz vídeos», «baila en TikTok» o «ponemos cámaras en el estudio» parte de un error de concepto: creer que el rol de un comunicador de audio es ser un influencer visual.
Las consecuencias de esta distorsión son estratégicas:
La verdadera evolución no consiste en hacer más cosas. Consiste en hacer cosas mejores.
Hay profesionales que aman evolucionar y explorar nuevas narrativas visuales. Estos perfiles («intraemprendedores») deben ser detectados, mentorizados y dotados de recursos. Pero obligar a toda la plantilla a seguir ese camino es un error de gestión.
Un Líder Referente entiende que su trabajo no es exprimir al equipo, sino proteger su foco.
La radio está olvidando su esencia —el audio, la conexión, la emoción— en una carrera ansiosa por estar en todas partes.
La estrategia ganadora no es la polivalencia artificial. Es la especialización colaborativa. Es permitir que los comunicadores comuniquen, que los creadores creen y que los técnicos produzcan.
Si quieres que tu equipo evolucione, no les des más tareas. Dales más propósito.
La sobrecarga no es innovación; es ineficiencia. Si tu equipo está quemado y tu producto desenfocado, necesitas replantear tu gestión del talento.