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La identidad visual convence a la mente racional. La identidad sónica secuestra la memoria. Cuando las pantallas se apagan, el sonido es el atajo directo al sistema límbico. Es la firma invisible que genera lealtad sin pedir permiso.
Confundes ambientación con identidad. Utilizas recursos sonoros que suenan «profesionales» pero son intercambiables. Si tapas tu logotipo, tu marca suena idéntica a tu competencia. No es un activo; es ruido blanco.
Tu podcast narra una historia, pero tu app y tus vídeos cuentan otra distinta. Cambias de voz o de estilo musical según la plataforma. Esto impide la creación de memoria auditiva: no hay cohesión, no hay recuerdo.
Ignoras el único canal que funciona 24/7. Mientras inviertes fortunas en lo visual (que requiere atención activa), descuidas el audio (que trabaja en el subconsciente). Estás renunciando al atajo más rápido para generar confianza.
Auditamos tu huella auditiva actual y la de tu sector. Analizamos el comportamiento de tu audiencia. Buscamos el «espacio en blanco» sónico donde tu marca puede y debe dominar.
Definimos la tesis de tu sonido. ¿Es autoridad? ¿Es innovación? ¿Es confianza? Esta es la estrategia pura. Creamos el ADN de tu voz antes de trabajar una sola nota.
Diseñamos el «logo sónico» (tu firma), la paleta sónica, las directrices de voz y el tono. No es un jingle; es un ecosistema coherente que viste cada punto de contacto.
Integramos tu sonido en la app, los vídeos, el podcast, la publicidad y la centralita. Aseguramos que la cohesión sea total, construyendo el recuerdo de marca con cada interacción.

Un referente del formato musical en español presentaba un síntoma de desgaste: su identidad sónica se había mimetizado con la de los competidores que nacieron imitando sus puntos fuertes. La emisora sonaba a «una más» dentro del género que ella misma había definido.
Para recuperar el liderazgo, no bastaba con tocar las mejores canciones. La marca debía volver a sonar como la dueña del género
El movimiento estratégico: Diseñar una arquitectura sónica de «reapropiación». Se limpió el ruido accesorio para centrar la identidad en la emoción, la cercanía y la autenticidad, atributos centrales de su ADN.
El resultado: La nueva identidad no solo modernizó la marca, sino que activó la memoria emocional de su tribu, colocándola de nuevo en la trayectoria para recuperar su hegemonía indiscutible.



Una identidad sónica que genera liderazgo no se ‘elige’ de un catálogo. Se diseña estratégicamente. Inicia el diagnóstico.